Ante momentos como el actual, o ante cualquier otro que
en el futuro se pueda presentar, de una alta complejidad, y de un elevado nivel
de dificultad, tenemos dos opciones: No permitir que la circunstancia nos
paralice, y ocuparnos de ella, con sensatez, responsabilidad, compromiso y
determinación, o dejar que sea la propia situación la que lleve las riendas y
se ocupe de nosotros. Si optamos por la primera, nosotros estaremos al mando.
Si elegimos la segunda, ella tendrá el poder.
Optar por la primera significa apostar claramente por la
momentánea incomodidad que supone aplicar esfuerzo sobre algo que no depende
exclusivamente de nosotros, y cuyos posibles resultados positivos desconocemos.
Ese esfuerzo no siempre será placentero, ni nos permitirá ver grandes avances a
corto plazo, aunque no invertir nuestra energía en él tan sólo nos llevaría a la
incomodidad que supondría tener que hacer lo que alguien, personas, o algo,
situaciones, nos vayan dictando en cada momento.
Tener que gestionar situaciones complicadas no generadas
por nosotros mismos es algo que nos causa mucho malestar, e incluso rabia e
impotencia. Justamente entonces es cuando debemos ser capaces de regular nuestras
emociones de manera efectiva, porque solamente dando prioridad a las que
sabemos que pueden ayudarnos a continuar adelante será cuando comenzaremos a
aumentar nuestro poder respecto a ellas.
Quedarnos en el lamento continuo, y en los “cómo” y en
los “porqués” no hará que nos deshagamos de ellas, al contrario, haciendo eso
tan sólo conseguiríamos que cualquier solución que pudiésemos haber aportado en
el momento correcto, se diluya ante las dificultades, haciéndolas aun más
grandes.
Encontrarnos con situaciones negativas inesperadas no es
algo agradable para nadie, y menos el tener que hacer algo respecto a ellas. Seguramente
podríamos enumerar una cantidad de cosas diferentes que elegiríamos hacer en
lugar de eso. Eso si, aunque al principio pueda, y sea, algo desagradable,
después, una vez atravesadas, pueden convertirse en verdaderos impulsos
repletos de motivación, porque lo que al principio puede parecer lo más
contrario a una oportunidad, puede convertirse en la herramienta que nos
permita ofrecer nuestra mejor versión. Todo dependerá de la elección que
hayamos tomado en un primer momento.
Las situaciones negativas no dejan de existir por dejar
de hablar de ellas. Los momentos complicados van desapareciendo poco a poco según
vamos actuando respecto a ellos. Aceptar que las cosas no siempre serán como
nosotros esperamos, y afrontar cada situación, por inesperada y complicada que
sea, con la firme actitud de querer resolverla, es lo que nos permitirá
invertir toda nuestra energía en la dirección adecuada.
O tú, o ellas. Piénsalo bien, porque en la elección
estará la solución.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2020
Imagen: alphawallhaven
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