Los cambios pueden ser de dos tipos, bueno, mejor dicho, de tres: El primero, y más habitual, sería el que buscamos para conseguir mejores resultados. El segundo, menos habitual desafortunadamente, es el que va dirigido a buscar la excelencia, aquel que nos hace pensar que cuando las cosas van bien, haciendo algún cambio, aún pueden resultar mejor. El tercero es el peor de todos, ya que nos habla del cambio que nos imponen otros. Este suele ser el resultado del exceso de excusas y la falta de toma de decisiones. Y es que, como decía aquel, si queremos resultados distintos, tendremos que hacer cosas diferentes.
Hay una cosa muy clara, sin actitud, y sin altas expectativas, ningún cambio puede ser llevado a cabo con garantia, porque para que las cosas cambien, necesitan de toda nuestra voluntad para que eso ocurra, además de un mantenimiento continuo basado en decisiones y acciones claras y concretas.
Los cambios suelen oponernos resistencia a nivel mental. Al fin y al cabo, cambiar es, de algún modo, adentrarnos en un lugar desconocido hasta entonces. Por eso necesitamos de toda actitud mental positiva para ponerlos en marcha, algo que sin duda conseguiremos cuando pensemos en los potenciales resultados que podremos ser capaces de obtener a través de ellos.
Cada vez que nos quejamos de algo sólo conseguimos atascarnos más en el lugar en el que estamos. Hay personas que se quejan continuamente de vivir en el barro y no hacen nada para salir de él. No hacen nada porque, aunque nunca lo reconocerán, viven y se desenvuelven muy bien en él, culpando a todo, y a todos de sus resultados, y evitando hacer absolutamente nada. Eso les funciona, hasta que llega el tercer tipo de cambio, y alguien viene a hacer lo que ellas deberían hacer. De lo que suele ocurrir después, todos somos conscientes.
Las oportunidades están por todos lados esperando a ser descubiertas y aprovechadas. Luchar contra ellas, o intentar hacernos los despistados para no querer verlas, es desperdiciar cada minuto de nuestra vida. Utilizar nuestra energía y poner a su servicio toda nuestra actitud es invertir de manera responsable en aquellas cosas que pueden hacer que nuestros resultados sean diferentes, mejores y excelentes.
Si no vemos que la Vida es un cambio constante es porque la rutina nos ha vendado los ojos. Por eso, en lugar de ir contracorriente, seamos capaces de hacer que los cambios trabajen para nosotros diseñando un entorno a nuestro alrededor de mayor calidad, valioso y perdurable.
Los cambios no traen ningún tipo de garantía, ni ticket regalo, por lo que necesitan voluntad para ser llevados a cabo, y un mantenimiento continuo a base de decisiones y acciones, algo para lo que todas las personas estamos absolutamente preparadas.
Cuando veas que algo no marcha como debería, o quieras que algo que funciona bien mejore aún más, recuerda esto: Siempre hay un cambio esperando a ser creado.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2019
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