Alguna cosa imprevista puede ocurrir en
cualquier momento. Ahora mismo, dentro de un rato, mañana, pasado, etc, etc. Esto
es algo que todos sabemos, la única diferencia es cómo actuamos ante ello. El
imprevisto, como el cambio, forma parte de la Vida, por eso, su gestión, es algo
fundamental para un líder de hoy en día.
Quienes tienen una actitud poco adecuada,
negativa al fin y al cabo, son absolutos especialistas planificando y
gestionando sus propios imprevistos. Es decir, imaginan cosas que nunca llegarán
a ocurrir, y además desperdician su tiempo pensando en cómo van a solucionarlas,
dejando a un lado la gestión real de lo que está pasando en ese mismo momento,
para terminar agobiados sin ningún tipo de motivo real. Y lo que es peor,
generando un ambiente pesimista y enrarecido a su alrededor, y es que,
normalmente, a nadie le gusta ser dirigido por alguien que lleva continuamente
una nube negra sobre su cabeza.
Por el contrario, quienes cuentan con una
buena actitud positiva, son quienes saben, y aceptan, que alguna cosa
imprevista puede surgir en cualquier momento, y entonces será cuando deberán
invertir su tiempo gestionando la misma. Simplemente cambian preocupación por ocupación,
algo que además refuerza claramente su posición de liderazgo ante sus
colaboradores.
Nadie está libre de los imprevistos de la Vida,
y el ámbito profesional no iba a ser una excepción. De hecho, quienes siempre
están dispuestos a crecer y a mejorar, aunque pueda parecer una chaladura, no
querrían estarlo. Si bien es cierto que los imprevistos pueden generar momentos
y situaciones difíciles, también lo es que en ellos se esconden excelentes
oportunidades, porque una buena gestión de los mismos nos reportará un seguro
aprendizaje, una nueva experiencia, una revisión de nuestros valores, dar una
vuelta a nuestras actitudes, además de demandar toda nuestra creatividad,
nuestra capacidad de adaptación y nuestra implicación y compromiso.
Los imprevistos ocurren cuando ocurren, y no
lo harán antes por más que nos preocupemos por ellos. Toda esa incertidumbre
anterior sólo puede generar agobios, tensión y motivación. Ningún imprevisto
suele ser cómodo, sin embargo si los vemos como desafios en el momento que
realmente ocurren, es cuando estaremos en ventaja ante ellos, ya que
invertiremos todo nuestro tiempo y esfuerzo en su solución.
Aceptar que los imprevistos pueden ocurrir en
cualquier momento es el primer paso para su solución, porque en lugar de
malgastar el tiempo pensando en como solucionar aquello que jamás llegará a
ocurrir, lo estaremos invirtiendo en reforzar nuestras habilidades y nuestras
actitudes para enfrentarnos a ellos cuando de verdad sucedan, algo que nos
permitirá progresar y crecer continuamente, más allá de lo que realmente
ocurra.
Todo el mundo puede especular, aunque nadie
salvo la Vida misma, sabe lo que el futuro nos traerá. De lo único que estamos
seguros es de lo que podemos hacer con el momento presente. Y si existe una
decisión excelente esa es aprovecharlo al máximo, teniendo una buena percepción
de nuestras capacidades, fomentando nuestras mejores actitudes y reforzando
nuestros más preciados valores, ya que todo ello formará parte de las decisiones
que tengamos que tomar una vez que se presente algún que otro imprevisto.
Si la Vida fuese predecible esto sería muy
aburrido. Que en ocasiones no sea todo lo bonita que nos gustaría es lo que le
da valor a la misma. De hecho, cuando todo va bien, deberíamos ser un poquito más
agradecidos con ella.
Los imprevistos han existido, existen y
existirán. La verdadera diferencia la marcaremos en el momento, y de la forma
que los gestionemos.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2019
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