Trasladar el sentido del gusto al mundo del liderazgo puede parecer una "chaladura" de las mías, aunque conforme vayáis leyendo entenderéis claramente a lo que me refiero.
Cuando estamos al mando de unidades de negocio, y como líderes de equipos, debemos estar preparados para tomar cualquier tipo de decisión. Unas serán más dulces y agradables, otras más amargas, porque pueden afectar a nuestros colaboradores, algunas serán saladas, en las que pondremos un "pellizquito" de creatividad a nuestros planes, y alguna que otra será ácida, ya que tendremos situaciones que harán que se nos puedan saltar las lágrimas.
Pues bien, aquí es cuando entran las personas que dirigen equipos, pero que no se comportan como líderes, ya que no son capaces de tomar ningún tipo de decisión importante y a tiempo porque todo "les sabe mal". Estoy seguro que todos conocemos a alguien así.
Decisiones pospuestas, conflictos alargados y enquistados en el tiempo, intentos de complacer a todo el mundo, aunque el coste sea la pérdida de su propia responsabilidad, son pautas constantes de estas personas.
"Lo mejor no es hacer lo que es más fácil. Lo mejor es hacer lo que es correcto"
Para un Líder, las personas, todas las personas, son lo mas importante, porque sabe que sin ellas no alcanzara ningún objetivo que se proponga, lo que no quita que cada situación tenga que ser "aderezada" como corresponda.
No decir las cosas como son, porque "me sabe mal" no es una opción, es una falta de responsabilidad. La misma que tenemos desde que nos ponemos al frente de un grupo de personas a las que después, con esfuerzo y dedicación, intentaremos transformar en un Equipo. Con decir "me sabe mal" no se gana nada, al contrario, se pierde credibilidad, porque en la mayoría de las ocasiones, lo único que tiene que hacer los Lideres "terrenales" es aplicar las directrices que desde otro punto de la Empresa vienen dadas, por lo que no solo es la perdida de credibilidad hacia abajo, sino lo que es igual o peor, hacia arriba.
Esto no significa que haya que tratar mal a los colaboradores de una manera caciquil, todo lo contrario. Significa dar valor tanto a ellos, como a cada una de las situaciones que tengamos que afrontar, porque con ello, los débiles victimistas que se aprovechan de nuestro "dudoso gusto" se quedarán aislados, es si, con la oportunidad de mejorar, porque estará en sus manos y dependerá de ellos, y los fuertes lo serán aun mas, porque verán que quien tiene la responsabilidad de liderarlas lo hace de manera coherente añadiendo el punto de sal, o azúcar, que la situación requiera.
Definitivamente, no hacer lo que es correcto en un momento determinado y concreto porque "me sabe mal", es igualar hacia abajo.
Hacer lo que es correcto no tiene que preocuparnos, sólo debe preocuparle a quien no lo hace. Recordar el artículo "Liderando con Valores y no por el que dirán", donde ya hablaba de esto.
La dieta de un líder y su equipo debe estar compuesta por todo tipo de gustos y sabores. Ni todos dulces, ni todos salados. Cada momento requiere su toque particular, y nosotros tenemos la responsabilidad de hacer que así sea, y de que con nuestros actos, tanto en palabras como en hechos, nuestros colaboradores sepan y estén concienciados de que así es.
Si "me sabe mal" es un freno para tomar correctas decisiones, debemos revisar si lo que estamos haciendo es lo que queremos hacer, porque un Líder de hoy en día debe saber en que momento y situación debe colocarse su delantal y aderezar cada situación como la misma requiere.
Y esto en lugar de marcar distancias entre nosotros y nuestros colaboradores, lo que hará será reducirlas, porque estarán seguros de que su líder "cocinero" no les estropeará el plato por querer que "no le sepa mal" tomar ninguna decisión, ya que dominará a la perfección el sentido del gusto en el noble arte del Liderazgo.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2018
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