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Los Malos Jefes son UNA LEYENDA URBANA



Seguro que después de leer el titulo de este articulo habéis pensado que con el calor estival se me ha vuelto a ocurrir alguna “chaladura” con la que quiero desmitificar la figura de todas aquellas personas a las que se etiqueta como “malos jefes”, y tirar por la borda todos esos estudios, comparaciones y ensayos que se han hecho comparando los términos “Jefe vs Líder”. 
Evidentemente, no es mi intención desbaratar todo ese trabajo, aunque si abordarlo de una manera un tanto diferente. Ya sabéis, como siempre en mí.

Pues bien, después de muchos años de experiencia a mis espaldas, y de haber conocido a personas con responsabilidad de mando y gestión a todos los niveles, he llegado a la siguiente conclusión: Los malos jefes son una leyenda urbana. ¡¡No existen!! Tan solo son personas incompetentes y respaldadas, por lo que a  partir de ahora nunca más les llamaré “malos jefes”.

Y me preguntareis que como he podido llegar a esta conclusión. Muy fácil. Os lo voy a explicar, diferenciando además los términos “incompetentes” y “respaldados”.

Estamos en un momento donde nos encontramos por todas partes con herramientas, cursos, formaciones, charlas, conferencias e información acerca de las cualidades que debemos tener para ser líderes en lugar de jefes. 
Si echamos un vistazo a todo eso, yo me pregunto, ¿alguien quiere ser un mal jefe? ¿Existen personas en el siglo XXI que no quieran ser ejemplo para sus equipos? Es más, con todas estas cosas, ¿aún pueden existir malos jefes? Yo creo que no.

Si observamos algunas de las cualidades que un buen lider debe atesorar, y como ejemplo, voy a nombrar algunas de las que nos habla el gran John C. Maxwell, es cuando me pregunto si aún hay personas que no están dispuestas a avanzar en el tiempo y a cambiar su rol de jefe capataz por el de líder inspirador.

Un líder para Maxwell es aquel que tiene las siguientes cualidades:

Carácter, Carisma, Compromiso, Comunicación, Capacidad, Valentía, Discernimiento, Concentración, Generosidad, Iniciativa, Capacidad de escucha, Pasión, Actitud Positiva, Resolutivo, Facilidad para las relaciones, Seguridad, Auto Disciplina, Capacidad de servicio y aprendizaje y Visión.

¿De verdad creéis que alguien no quisiera tener esas cualidades? Yo creo que no, por lo que todo parte de una premisa: la Incompetencia.

La incompetencia puede deberse a mucho factores, aunque yo la relaciono fundamentalmente con dos: la falta de capacidad para adaptarse a los cambios, y otro más importante: la poca preparación para desempeñar un puesto de tanta responsabilidad como la que tienen quienes deben gestionar personas, sin las cuales, no somos absolutamente nada.

Cuando alguien se encuentra con esa responsabilidad, y digo encuentra porque muchas de las personas que tienen este rol, han sido designados para ese puesto simplemente por el hecho de haber conseguido realizar buenas cifras en algún momento, sin tener en cuenta otras circunstancias, mas que las puramente resultadistas. 
Es triste pero es así. En el ámbito profesional, casi todos los desarrollos profesionales vienen como premio no se sabe muy bien a veces a que. Se premian las realizaciones en lugar de las aptitudes y actitudes. Y claro, uno después se encuentra con la cruda realidad, y se convierte en un mal jefe, ya que no cuenta con las cualidades necesarias para desarrollar ese puesto. Por eso es mejor no decirle “mal jefe”. Simplemente es un incompetente. 

¿Consciente o Inconsciente? Normalmente “incompetente inconsciente” es aquel que no sabe que lo es, y al cual ni se le prepara para que deje de serlo. En la mayoría de estos casos se suele perder a buenos trabajadores, ya que por su propia incompetencia terminarán cometiendo errores que acabaran por ponerles a los pies de los caballos, o en su defecto, se agobian de tal manera que terminan por renunciar al puesto fundamentalmente por no saber cómo afrontar las situaciones.

Casos como estos suelen suceder cuando las empresas no tienen visión de futuro y tienen que tomar decisiones de manera inmediata, sin tener en cuenta que no es lo mismo “tirar del carro” que hacer que otros tiren porque quieran hacerlo. Y para eso hay que estar preparado.

Después está el caso de los “incompetentes conscientes”. Estos suelen ser personas muy veteranas, y que se encontraron con un puesto de mando y dirección hace muchos años, y que su resistencia al cambio, su falta de visión, y sobre todo su “siempre lo he hecho así”, antes o después terminará por pasarles factura. 
Estas personas aún son peor, porque intentarán meter con calzador todos sus principios y prejuicios a sus colaboradores, y tan buenos serán estos para ellos, como capacidad para pasar por el aro tengan. Dicen que creen en el talento por simple "postureo", cuando lo único que buscan son secuaces y palmeros que les rian las gracias a cada instante y que apliquen sin rechistar sus "viejunos", obsoletos y mediocres procesos.

También, y dentro de los “incompetentes conscientes” hay personas más jóvenes, pero llenas de temores e inseguridades, por lo que suelen marcar una línea para evitar el crecimiento de los demás, con la finalidad de que nadie en un momento determinado pueda hacerles sombra. 
Estos últimos son ahuyentadores de talento profesionales, porque se lo quitarán de encima de una manera que parecerá que nada tienen que ver en ello, e incluso tendrán la “jeta” suficiente como para justificar la huida de talento, a las supuestas “inquietudes” y “sueños” de quienes le rodean.

Y llegado este punto viene lo mejor: “respaldados”.

Pues sí. Incompetentes y respaldados. Y todo porque nadie les suele controlar, es más, quienes tienen responsabilidad sobre ellos, en lugar de observar y estudiar el porqué de las situaciones que ocurren, bajando al terreno y hablando con la gente, tienden a tomar el camino más fácil: mirar para otro lado y seguir dejando hacer.

Cuando digo hablar con la gente no quiero decir que se deba hacer caso a todo lo que se dice. Sin embargo cuando existen circunstancias especiales, y que se salen de lo que podíamos llamar normalidad, no está de más utilizar dos poderosas herramientas, “ver y escuchar”. Si lo hacemos, inmediatamente, tendremos la capacidad de utilizar una tercera, “actuar”, si consideramos que algo se está haciendo de manera incorrecta, o tal vez no de la manera mas adecuada.

Puede ser por propia incapacidad también, lo cual ya es fastidiado del todo, o por comodidad, la mayor parte de las veces, porque “si no me entero de lo que ocurre, no tengo que trabajar”. En ambos casos, un verdadero problema, ya que estamos hablando de personas. Aquellas que tienen en sus manos la capacidad de sacar un negocio adelante.

Por eso últimamente, en algunas de mis asesorías personales, cuando alguien me habla de que tiene un “mal jefe”, yo rápidamente le corto, y le digo que no. Que lo que tiene es alguien “incompetente y respaldado” que le mal dirige, y que tal vez necesita de su ayuda para cambiar de estado.

Si no es consciente de ello, se lo agradecerá y lo tendrá en cuenta por haberle ayudado a su desarrollo y crecimiento, y que si por el contrario es consciente de que lo es, ya puede hacer, decir y demostrar  lo que quiera, porque no conseguirá cambiarle ni un ápice, y es más, debe rápidamente  “ponerse a cubierto” por haber tenido la valentía de decirle que existen formas y maneras diferentes de hacer las cosas.

Todo esto es lo que me ha hecho titular el artículo con este nombre, porque sinceramente, y después de haberlo leído, ¿tú crees que los malos jefes existen, o solo son una leyenda urbana?

Yo lo tengo muy claro. Tan solo son “incompetentes respaldados”. Y aunque no sean una leyenda urbana como los “malos jefes”, también me dan mucho miedo.




José Lorenzo Moreno López

Imagen: delcampovillares.com

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