Siempre hemos comentado que un buen líder debe de tener en mente un Plan "B" por si la primera estrategia trazada no resultara lo adecuada que pensábamos. Pero ¿qué es lo que pasa cuando la estrategia inicial no es nada concreta ni especifica?. Pues que el Plan "B" resulta ser la pauta correcta.
¿Y por qué? Muy sencillo. Porque
dejamos al azar el suceder y transcurrir de los acontecimientos fiándonos
exclusivamente en tener un plan que poner en marcha por si la primera
estrategia no nos funciona. Y aquí el problema inicial es que la estrategia
original no existe ni ha existido, por lo que el Plan "B" resulta
siendo la estrategia adecuada, solamente que puesta en marcha mucho mas tarde.
Si tenemos claro que
la posibilidad de éxito pasa por la aplicación de estrategias que permanecen en
"reposo" esperando que algo funcione mal para ponerla en práctica, no
las pospongamos, demosles la importancia adecuada y transformemos el Plan
"B" en la estrategia inicial.
Y el buen líder en éste caso es el que
no fía sus resultados ni los de sus colaboradores al azar, sino el que a través
de la creatividad y a la "magia" de transformar ideas en hechos
concretos, reacciona de manera rápida y eficaz a las circunstancias que cada momento
necesita.
En ocasiones, el temor
al cambio, a hacer cosas distintas, nos lleva a navegar a la deriva sin ningún
destino claro. El escribir planes y estrategias claras y concisas, refuerzan
nuestro pensamiento y nuestro compromiso con dichos planes. Eso si, es muy
importante que al aplicar las estrategias y los pasos a seguir tengamos claro
que vamos a conseguir con ello. No se trata de caminar por caminar, sino
asegurarnos de que avanzar hacia una dirección conllevará una serie de
resultados.
Por eso no hay que
tener "miles" de metas y objetivos. Deben ser pocos y de calidad.
Esto nos llevará al punto de que si conseguimos uno de ellos podremos
considerarlo un triunfo y reforzar nuestras creencias de que solamente no
intentándolo no será posible.
No se trata del Plan "A", o "B", o "C", o
como queramos llamarle. Se trata de que sepamos realmente lo que queremos
conseguir y hacia donde queremos ir. Si nos comprometemos en la creencia de que
podemos conseguir un objetivo, sin lugar a dudas que transformaremos una idea
en una realidad.
Y entonces, "magicamente" habremos hecho que algo
bueno suceda.
José Lorenzo Moreno López
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