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¿En qué puedo ESCUCHARTE?




Hace tiempo que decidí cambiar mi modus operandi cuando una persona solicita hablar conmigo, y en lugar de preguntarle “¿en qué puedo ayudarte?”, le pregunto, “¿en qué puedo escucharte?”. Cuando digo solicita no quiero decir que necesite pedir audiencia para hacerlo, ¡¡solo faltaría!! ya que para hablar con mis colaboradores siempre tengo tiempo. Quiero decir en situaciones que necesiten un momento y espacio determinado. Y es que por mi experiencia “terrenal” he podido comprobar que en alguna que otra ocasión, como esta a la que me refiero, el orden de los factores, si que altera el resultado final.

Estoy convencido de que en alguna que otra ocasión, todos hemos sido víctimas de los “falsos ayudantes”. ¿Falsos ayudantes? Pues sí.  Y es que no tenemos dedos en las manos, ni en los pies, para enumerar las veces que hemos querido hablar con alguien, no hace falta que sean solamente superiores jerárquicos, aunque ellos, como supuestos líderes son los que más ejemplo deberían dar, y nos han preguntado, ¿en qué puedo ayudarte?, para un segundo después, mientras nos dejan hablando, siguen en marcha con lo que estaban haciendo antes de recibirnos. Y es cuando me pregunto, ¿Cómo vas a ayudarme, si ni siquiera eres capaz de escucharme?

Cuando una persona solicita hablar sobre un asunto, para ella, ese asunto es importante, y nosotros, no como sus jefes, sino como sus capitanes, sus guías, sus líderes, debemos darle la importancia necesaria y crear el ambiente propicio para escuchar y hacer sentir que la otra persona se siente escuchada. Después vendrá el momento de valorar junto a ella el contenido del asunto y ver qué podemos hacer al respecto. Y cuando digo que podemos hacer no quiero decir que siempre se pueda hacer algo positivo para sus intereses, ya que las circunstancias pueden no hacerlo posible, pero el aparente simple hecho de haber escuchado a esa persona le hará sentirse importante y parte fundamental del equipo, solo por el hecho de que la persona que tiene la responsabilidad y está al mando del equipo ha dedicado el tiempo necesario y se ha interesado sinceramente por sus inquietudes.

Además de escucharles cuando necesiten de nosotros, debemos estar preparados para fomentar que hablen cuando les necesitamos, y que es en muchísimas ocasiones más de las que creemos. Hay ocasiones en las que nos preguntamos cómo podemos hacer algo en concreto sin creer tener la respuesta, cuando esta está más cerca de lo que pensamos. Unos ejemplos serían la “manoseada” motivación, y el (supuestamente) “inalcanzable” compromiso.

¿Cómo puedo motivar? Escucha a las personas. ¿Cómo puedo generar compromiso en mi equipo? Escucha a las personas. Algo que parece tan difícil como la motivación y el compromiso puede hacerse mucho más fácil solamente escuchando a las personas. Y hay mucho más… ¿Cómo se puede mejorar alguna cosa en particular? Escucha a las personas. ¿Necesitas ideas? Escucha a las personas… ¡¡A todas las personas!!
Eso sí, para eso debemos hacer algo en primer lugar, y es deshacernos del prejuicio clasista de solamente tener en cuenta las opiniones que nos vienen desde arriba o de personas a las que en la nómina les aparece una cierta categoría profesional. Si no somos capaces de saber y creer firmemente que todas las personas, sea cual sea su posición dentro de la organización, puede aportarnos ideas de valor, automáticamente estaremos descartando un porcentaje muy amplio de posibilidades de mejora.

Escuchar a las personas es uno de los pilares básicos de cualquier política de RRHH en las empresas, y curiosamente es uno de los puntos donde más se debe trabajar, ya que las políticas y los valores de las organizaciones no se limitan a estar impresas en papel, o en maravillosos y coloridos carteles expuestos en  las paredes de las mismas. A estas políticas y valores hay que darles vida continuamente, y para ello nada mejor que ponerlas en práctica en los momentos en los que sea necesario. 

Es aquí donde entran quienes son los responsables de ello. Sus líderes. Las personas designadas por las empresas para poner en juego todos esos valores. Y un Líder de hoy en día debe saber que entre otras de las muchas competencias que debe de atesorar, esta es una de las más importantes. Es algo que no puede dejar de hacer. Algo básico, pero fundamental. Algo que se da por hecho y casi nunca se cumple. Y voy mas allá, debe serlo, aunque solo sea porque en algún momento determinado a nosotros también nos gustará ser escuchados.

Yo de momento continuaré con la estrategia de aplicar correctamente el orden de los factores en este caso concreto, y antes de preguntarle a nadie “¿en qué puedo ayudarte?, habré preparado el momento adecuado para decirle “¿en qué puedo escucharte?

Y es que, si saber escuchar es una virtud, ser escuchado un privilegio, por lo que seguiré intentando afianzar esa virtud para que cada vez más personas se sientan privilegiadas.


José Lorenzo Moreno López

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