En el corto plazo, las personas solemos recordar
a aquellas otras que, inicialmente, con sus palabras despiertan nuestro interés. Sin
embargo, a largo plazo, quienes realmente permanecen para siempre en nuestro recuerdo son las que
hacen algo, demostrando ejemplo, con aquello que proclaman.
El respeto, la credibilidad, y la admiración
están más relacionados con lo que se hace, que con lo que se dice. Lo que se
dice, suele ser un plan ideado para conseguir resultados inmediatos, en cambio,
lo que se hace, es una estrategia consistente, confiable, valiosa y perdurable.
En cualquier ámbito de la Vida, el secreto
para construir relaciones duraderas está en aplicar acción a todo aquello de lo
que se suele hablar. Un “te quiero” es mucho más que dos palabras. Si de verdad
me quieres, antes de intentar besarme, te habrás lavado los dientes. Si me
quieres, demuéstralo. “Creo en ti”, y sin embargo cuando hay una oportunidad, confías
en otra persona… Así todos los ejemplos que queráis poner, y que vivimos en
primera persona de manera muy habitual.
“Las mejores relaciones son aquellas que
tienen grandes dosis de práctica, y muy poquita teoría”
La credibilidad no se gana regalando
continuamente los oídos de quienes nos rodean. Si tenemos que hacerlo
continuamente, es porque en alguna ocasión dijimos que haríamos algo, y después
dejamos de hacerlo. La credibilidad es sinónimo de confianza, y casi nadie
suele confiar en quien en algún momento no demostró tenerla.
No se trata de la importancia que nosotros
creamos que las cosas tengan, si no en como las perciban los demás, por eso no
podemos clasificarlas en grandes o pequeñas, al contrario, son los hechos los
que se encargan de aplicarle su valor correspondiente.
¿Alguna vez te has preguntado cómo te ven
los demás? Repito, no como tú crees que eres, o como actúas. ¿Alguna vez te has
preguntado cómo te ven los demás? Las personas solemos tener una percepción de
otras, que va mucho más allá de las cosas que nos cuentan. Nuestra impresión de
los demás está fundamentada en cómo nos tratan, y en cómo nos hacen sentir. Recuerda
el ejemplo que he puesto más arriba, y que está relacionado con el ámbito
personal: Si dices que me quieres, y no cuidas tu aliento antes de intentar
besarme, es que no me quieres demasiado. Tal cual.
Claro que la primera impresión es
importante, y en ella siempre hay una inmensa declaración de intenciones basada
en palabras, aunque después, por muy buena que haya sido, debemos de intentar
mantenerla a base de acciones. Hacer de cada momento una oportunidad para dar
una primera impresión es un hábito que deberíamos inculcarlos continuamente, ya
que de ese modo, cualquier relación siempre saldría reforzada.
Ya lo dice el refrán, “del dicho, al hecho,
hay mucho trecho”. Aunque ese trecho podemos acortarlo si somos capaces de
equilibrar nuestras palabras con nuestras acciones, aportando originalidad, y añadiendo grandes dosis de actitud y ejemplo, algo que sin duda
nos hará dar continuamente una excelente impresión, algo que, a la vez, nos
permitirá ser recordados de manera positiva por siempre.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2019
Imagen: alphawallhaven
Comentarios
Publicar un comentario