Y es que la Vida a diario nos invita a elegir entre lo que resulta más fácil, convertirnos en víctimas e inspirar pena y lástima en los demás, y lo que realmente es mejor, saber que somos mucho más que cualquier circunstancia pasajera, y que en nuestras manos está como reaccionar ante aquellas cosas que nos ocurren.
Por experiencia, sabemos que optar por el papel de víctima no nos lleva a ningún sitio. Todos nos hemos sentido perjudicados en alguna ocasión, hemos sufrido reveses, incluso desgracias, y aún así, permanecer quietos esperando a ser consolados mientras alguien hace algo al respecto con aquello que es responsabilidad nuestra, nunca es la mejor opción, porque a partir de ese mismo momento estamos perdiendo todo nuestro poder, no sólo ante la situación en si misma, sino ante quienes nos rodean, ya que comenzarán a vernos como parte del problema, y nunca como parte de la solución.
El arte de superar las adversidades comenzamos a desarrollarlo realmente cuando elegimos continuar avanzando pase lo que pase con la mejor actitud y determinación posible, negándonos a aceptar que una situación puntual, un objetivo no alcanzado, o una desgracia inesperada pueda ser más grande que nuestra capacidad para superarla, y que algo que con el paso del tiempo se convertirá en experiencia, por muy doloroso que sea, jamás podrá jugar en nuestra contra. El rol de víctima está al alcance de todo el mundo, aunque sólo será de quienes decidan adoptarlo.
Si cada desafío lo vemos como una oportunidad. Si cada revés de la Vida lo observamos como el ejemplo de lo extraordinaria que la misma puede llegar a ser. Si entendemos que sólo estamos de paso, y que sólo nos llevaremos aquello que seamos capaces de disfrutar. Si observamos todo lo que nos rodea con una mirada positiva. Si descubrimos que una derrota sólo es el comienzo de una victoria por la experiencia que sacaremos de ella. Si rechazamos cada invitación para convertirnos en víctimas y en lugar de eso aportamos una dosis más de actitud positiva. Si somos capaces de todo esto, justamente entonces será cuando estaremos dirigiendo nuestra Vida en primera persona, y en lugar de mediocres expertos en excusas, seremos excelentes maestros en el noble arte de superar las adversidades.
El fondo no tiene asas, tiene muelles. Por eso, si alguna vez caemos, en lugar de permanecer agarrados, volvamos a intentar impulsarnos. Cuanta mayor sea nuestra actitud, antes conseguiremos volver a estar arriba.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2019
Imagen: panorama.com.ve
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