Me refiero a los detalles, esos a los que, por pequeños, en muchísimas ocasiones no les damos la más mínima importancia, y los cuales son clave para convertir en realidad todas esas fantásticas ideas que se nos pasan por la cabeza, y todos esos planes que diseñamos, y que sin voluntad y acción no sirven absolutamente para nada.
Los detalles tienen mucho que ver con los hábitos. Sobretodo porque normalmente son los que requieren de toda nuestra constancia y perseverancia, y porque suelen resultar aburridos de concretar. Un sueño, un plan, o una estrategia, están compuestas de grandes cantidades de pequeños detalles. Que curioso que en la misma frase entran las palabras "grandes" y "pequeños". Los detalles tienen estas cosas.
Ocurre que esos pequeños detalles son los que más pereza nos da gestionar, y terminamos por delegarlos en otras personas, no por interés en su crecimiento y desarrollo, aportandoles tareas que les permitan avanzar, sino que se los cedemos porque, básicamente, nosotros no queremos trabajarlos. Eso conlleva dos cosas: restar valor al trabajo que hay que realizar, y una clara falta de respeto por las personas a las que se los asignamos. Y es que, como dijo aquel, delegar es hacer algo a través de otros, eso si, lo único que no podemos delegar es lo que nos compete única y exclusivamente a nosotros, y eso en infinitas ocasiones, tiene forma de detalle. Delegar no es hacer que los demás hagan lo que a nosotros no nos gusta o apetece.
Un plan de acción, mientras no aseguremos la gestión de los pequeños detalles, es simplemente un castillo en el aire. Una estrategia no deja de ser una quimera mientras no tengamos claro qué detalles nos corresponde gestionar en primera persona, y cuales podemos delegar en los demás con verdadera responsabilidad.
Cuando tengamos un sueño no se lo contemos a nadie mientras no estemos seguros de que nos podremos ocupar de él, y de todo lo que su realización conlleva. Fundamentalmente porque puede haber alguna persona que nos escuche, y que esté verdaderamente dispuesta a gestionar cada uno de esos detalles que pueden hacer de un sueño, una ilusionante realidad.
Soñar en grande es el primer paso. Visualizar lo que conseguiremos una vez transformado en realidad es el segundo, y todos lo que vendrán después ya si que tendrán mucho que ver con la forma en la que gestionemos y manejemos todos y cada uno de los detalles de los que nuestros sueños se componen.
Las grandes decisiones diseñan nuestros camino, las pequeñas nos permiten recorrerlo, y la suma de todos y cada uno de los detalles, será la que marcará la verdadera diferencia entre lo que somos, y lo que podremos llegar a ser.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2019
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