Para liderar no es necesario tener conocimientos de geografía. Bueno si, hay que conocer cuales son los puntos cardinales. Fundamentalmente para saber donde está uno. El Norte.
¿Saber donde está el Norte? ¿Para qué? Muy sencillo, ¡¡Para no perderlo nunca!! Y es que perder el norte viene a significar que se pierde la razón, lo cual conlleva un comportamiento raro, desordenado y fallón, desorientado en las acción, como si no se supiese como hay que actuar.
La expresión "Perder el Norte" trasladada al liderazgo nos habla de la perdida de entusiasmo, la no definición de objetivos, la ausencia de valores. el desconocer a nuestros colaboradores, la falta de honestidad, etc, etc...En definitiva, la carencia de todos los adjetivos que definen a un líder. Y es fácil perder el norte cuando los pilares que nos sostienen, nuestros valores, se tambalean. Esto suele suceder cuando los objetivos que nos planteamos no los conseguimos, y entonces nos desanimamos.
Cuando no recibimos el reconocimiento que esperamos. Cuando creemos que a través de los atajos, en lugar de la paciencia llegaremos antes a la meta. Cuando a pesar de volcar nuestro tiempo y nuestros conocimientos en algún colaborador no vemos ningún avance. Cuando pensamos que lo fácil en lugar de lo correcto es lo mejor, etc, etc, etc. Todos estos ejemplos y muchos más que seguro que se os ocurren cuando dejamos de lado nuestros principios, equivalen a perder el norte.
Cuando no recibimos el reconocimiento que esperamos. Cuando creemos que a través de los atajos, en lugar de la paciencia llegaremos antes a la meta. Cuando a pesar de volcar nuestro tiempo y nuestros conocimientos en algún colaborador no vemos ningún avance. Cuando pensamos que lo fácil en lugar de lo correcto es lo mejor, etc, etc, etc. Todos estos ejemplos y muchos más que seguro que se os ocurren cuando dejamos de lado nuestros principios, equivalen a perder el norte.
Debemos tener la valentía y el coraje para mirarnos a nosotros mismos si alguna vez nos damos cuenta de que empezamos a perder la razón. Si vemos que algo de lo que hacemos va contra nuestra creencias. Si nuestro comportamiento empieza a ser distinto y afecta a nuestras relaciones tanto profesionales como personales. Tal vez algo de lo de lo que estemos haciendo no sea lo adecuado. Un traspiés, o una desilusión no puede hacernos perder el rumbo de nuestra vida. Si algo no funciona, ¡¡cambiemoslo!!, pongamos de nuevo rumbo al norte, pero no arrojemos ni la toalla ni nuestros valores por la borda.
Cualquiera de nosotros somos más que una concreta situación pasajera adversa. Si nos damos cuenta de eso, es porque hemos perdido el rumbo y el poder de liderazgo, ya que en esos momentos, quien lleva la rienda de los acontecimientos son las situaciones y no nosotros. Entonces, ¡¡compremos una brújula!! y pongamos de nuevo rumbo al norte.
Cualquiera de nosotros somos más que una concreta situación pasajera adversa. Si nos damos cuenta de eso, es porque hemos perdido el rumbo y el poder de liderazgo, ya que en esos momentos, quien lleva la rienda de los acontecimientos son las situaciones y no nosotros. Entonces, ¡¡compremos una brújula!! y pongamos de nuevo rumbo al norte.
La brújula del liderazgo consiste en mantener el norte siempre enfocado para no perderlo nunca, ya que el talento de nuestros colaboradores, nuestros valores, los objetivos que nos planteamos y todo lo que somos y en lo que nos hemos convertido a través de nuestras experiencias y vivencias se encuentra en esa dirección.
¿No es mejor volver a situar la brújula correctamente, que perder nuestra valiosa identidad?.
José Lorenzo Moreno López
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