Con el nuevo año llegan los nuevos/viejos deseos y obsoletos
propósitos, esos a los que nos agarramos continuamente, y terminamos soltando
muy pronto.
Soltamos pronto porque
fundamentalmente no nos gustan. Es decir, queremos ponernos en marcha, pero no
tenemos ganas de hacerlo, ya que no nos importan demasiado. Yo les llamo
propósitos de "escaparate", que no son ni mas ni menos que un montón de
buenas intenciones, que quedan bien en esta época del año, pero de los que
nadie se acuerda una vez avanzado el mismo.
En el mundo del Liderazgo, a
estos propósitos también se les denomina "Objetivos". Es en estos
momentos cuando nos preguntamos, o preguntamos a nuestros colaboradores:
"¿Que objetivos te marcas para el 2018?", "¿Tienes un Plan de
Acción para alcanzarlos?", etc, etc... Y antes de nada deberíamos
preguntarles y preguntarnos: "¿Tienes ganas de afrontar los nuevos retos?".
Suele ocurrir que dichos objetivos
son los mismos año tras año, lo que ocurre es que durante el mismo no se le da
la importancia necesaria, y al año siguiente vuelven a plantearse, tal vez con
otro nombre, pero con el mismo contenido. Porque si importante es plantear
objetivos y trazar planes de acción, tan importante o mas es el marcarnos
fechas para hacer recordatorio de los mismos, ya que no podemos plantearnos la
ocurrencia de que por estar colgados en un cuadro con un marco, o apuntados en
una agenda, las personas van a ir frecuentemente a consultarlo. Somos nosotros
con nuestro ejemplo y nuestro interés, los que seremos capaces de conseguir la
implicación de nuestros colaboradores en el mismo.
Otros dirán que se marcaran
"hábitos" para alcanzarlos, cuando no saben que un hábito no es mas
que una rutina para hacer algo que no les convence para nada, ya que cuando
algo tiene nuestro convencimiento, el hábito se desarrolla solo, nunca hay que
implantarlo, se implanta solo.
Aunque si realmente queremos
conseguir algo, si realmente queremos marcar una diferencia positiva, si
queremos generar un valor añadido en nuestro entorno, con nuestro equipo. esto
pasa por dar un primer paso, que no es otro que el de saber que tenemos la
posibilidad de conseguir y mejorar cualquier cosa que nos propongamos, es
decir, debemos tener el convencimiento de que seremos capaces de generar un
resultado positivo dentro de nuestro radio de acción.
Todo plan de acción,
estrategia o como queramos nombrarle necesita de tres cosas: La voluntad, la
constancia, y la perseverancia que estemos dispuestos a derrochar en su
consecución.
Si realmente queremos
conseguir algo, las ganas están, y entonces el deseo irá acompañado de acción.
Si antes hemos definido a donde queremos llegar, esta acción tendrá un sentido,
y ese sentido es el que generará el compromiso necesario para continuar día a
día trabajando por nuestros objetivos o propósitos.
Hay personas que creen que
los que alcanzan sus objetivos es porque han tenido suerte. No saben que tal
vez detrás de esa supuesta suerte se encuentran un montón de decisiones
tomadas, y de algo mas que el mero hecho de desear el éxito, porque solo con
desearlo no va a llegar. Nosotros nos encaminamos al éxito en el mismo momento
en el que definimos claramente que es lo que queremos lograr, y le añadimos la
voluntad suficiente de querer alcanzarlo. Esa voluntad transformada en
motivación es muy importante, sin olvidar que a su vez debemos de alimentarlas
con formación, aprendizaje y desarrollo continuo tanto de nuestros colaboradores
como el nuestro propio. Ya se sabe que la potencia sin control no sirve de
mucho.
Ahora es el momento de ver
cuales son nuestros reales propósitos, los que estamos dispuestos a alcanzar,
los que generan nuestro verdadero compromiso, dejando atrás a los
"propósitos de escaparate" que pintan muy bien pero que están vacíos
de contenido, y siempre lo estarán, porque tenerlo escritos y leerlos en un
papel no sirve de nada. Lo que sirve es lo que hacemos con ellos y cuando lo
hacemos, ya que los propósitos hay que recordarlos continuamente, y no
plantearlos ahora y olvidarnos hasta el próximo 31 de diciembre, en el que
seguramente tendremos que volver a escribirlos.
Este es el instante perfecto
para dar el primer paso, añadir valor y sorprender a los que nos rodean y a
nosotros mismos, con las cosas que somos capaces de conseguir cuando vaciemos
el escaparate de propósitos y transformemos nuestras buenas intenciones en
acciones reales. Sin duda alguna, ellas serán las que marcaran verdaderas
diferencias positivas.
José Lorenzo Moreno López
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