Cuando nos ponemos a
los mandos de un equipo, de una empresa, en definitiva, cuando adquirimos el
rol de líder, una de nuestras mayores prioridades debería ser ocuparnos por nuestra propia formación.
Una formación que se
podría definir como "autónoma", ya que debemos tener
inquietud por estar continuamente al día, conocer nuestro negocio, a nuestros
equipos, y sobre todo, las nuevas técnicas de dirección, que no nos permitan anclarnos en el pasado, ya que todo se renueva y el
liderazgo y la gestión del talento no es menos.
Además de nuestras
aptitudes, debemos tener la actitud positiva necesaria que nos permita avanzar
continuamente. Recordar que cuando hacemos algo la primera vez aprendemos, el
resto de las ocasiones posteriores, entrenamos. Y así es. La vida es un entrenamiento continuo, ya que debemos
estar poniendo en juego constantemente todos los conocimientos adquiridos. Y
eso ocurre en el trabajo, en las relaciones con amigos, con la familia, cuando
vamos a comprar, cuando nos tomamos un café... siempre poniendo en juego un "feed back" positivo que
nos permite mejorar nuestras relaciones en todos los ámbitos y entornos.
Desde nuestra
posición de lideres es obligatorio estar abierto al aprendizaje de los miembros
de nuestros equipos, además de tener inquietudes intelectuales propias.
Un error muy habitual
que se solía dar, y se sigue dando aunque afortunadamente cada vez menos, en
estilos de dirección más antiguos era el de pensar que reconocer que no se conocía algo al 100% situaba al líder en una posición de debilidad. Y no es así. Es
una grave equivocación pensar que quien está al timón no
tiene porque pedir consejos a un miembro del equipo. Eso no hace perder
autoridad. Al contrario, lo que hace es ponernos en una posición de fortaleza,
ya que reconocemos que no sabemos y que necesitamos ayuda y que alguien que
tenemos cerca puede apoyarnos.
Esa humildad y reconocimiento de una situación determinada
nos hace ganar credibilidad ante nuestros
colaboradores, y eso nos ayuda a ganarnos su apoyo.
Es una gran
frivolidad no aprovechar el conocimiento y el talento de las personas que
componen nuestros equipos.
Como lideres de
equipos y gestores de talento, nuestra máxima preocupación debe ser la
formación continua de las personas, y que no debe ceñirse a los cursos propios
que imparten las empresas. La formación, y la gestión del talento podemos
desarrollarla en cualquier instante, en una situación determinada, allí donde
podemos encontrar un ejemplo que compartir con las personas, en una charla informal,
tomando un café con ellos, cuando escuchamos una canción, etc, etc.
Cualquier momento es
bueno para poner en juego los valores que nos permiten fomentar el crecimiento
profesional, emocional y personal no solo de nosotros mismos, sino de toda la gente
que nos rodea.
Entrenar, entrenar y
entrenar.
Fomentando esa
formación continua les abrimos las puertas a su propia retroalimentación, ya
que cada miembro del equipo puede enriquecer al otro, con conocimientos y
experiencias que pueden aportan un plus de excelencia al resto. Es por eso que
los primeros que debemos estar abiertos a sus sugerencias somos nosotros
mismos. Recordar que eso nos hace más fuertes.
Hoy en día la
situación es muy cambiante, la competencia cada vez mayor, y la diferencia positiva
de una empresa reside en la calidad y profesionalidad de las personas que la
componen, por lo que liderar el talento debe ser una máxima en nuestro quehacer
diario.
José Lorenzo Moreno
López
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