No solamente en cuestión de liderazgo, en cualquier ámbito de nuestra vida, no debería estar permitido el permanecer quieto. Un líder no espera que pasen las cosas, sino que pone lo mejor de si mismo para que las cosas pasen. Y para ello es fundamental el atrevimiento. Un atrevimiento responsable, pero atrevimiento a fin de cuentas.
El ganador del Premio Nobel de la Paz en 1931, Nicolas Murray Butler lo resumió en esta frase: "Hay tres clases de personas. Las que hacen que las cosas pasen, las que miran las cosas que pasan, y los que preguntan que pasó".
Estar en el primer grupo requiere ganas, ilusión, entusiasmo y mucho atrevimiento, ya que en muchas ocasiones un líder no cuenta con demasiadas herramientas para ponerse en marcha, pero una cualidad que debe tener es, saber sacarle partido a esas herramientas. Esas herramientas pueden ser materiales, pero también personales, ya que los miembros del equipo o colaboradores, son los talentos que debe forjar y fomentar para darle vida a esas ideas. Además hay que ser atrevido para pedir opinión e ideas a los demás, y más aún para ponerlas en marcha.
Pero aún podemos ir más allá si nos atenemos a lo que dijo Theodore Roosevelt: "El mejor ejecutivo es aquel que tiene suficiente criterio para elegir buenos colaboradores para que hagan lo que hay que hacer, y la suficiente fuerza de contención para no entrometerse mientras lo hacen".
El miedo paraliza y nos estanca. Ser intrepidos o atrevidos nos impulsa a la creatividad y al crecimiento. Pero aquí está la clave. El atrevimiento debe ir acompañado de responsabilidad. La responsabilidad que tenemos como gestores de talento y unidades de negocio. Uno puede ser atrevido cuando se reconoce responsable de los resultados que obtiene. El atrevimiento como tal puede ser muy divertido a corto plazo si hacemos lo que queremos y después buscamos culpables. No. Hagamos algo diferente, novedoso, con criterio, pero haciéndonos responsables de ello.Pero aún podemos ir más allá si nos atenemos a lo que dijo Theodore Roosevelt: "El mejor ejecutivo es aquel que tiene suficiente criterio para elegir buenos colaboradores para que hagan lo que hay que hacer, y la suficiente fuerza de contención para no entrometerse mientras lo hacen".
Echarle la culpa a todo nuestro entorno para no hacer nada es la posición más cómoda ya que tendemos a decir que no podemos hacer nada porque nadie nos ayuda, olvidando así que estamos en una posición de responsabilidad, con lo cual no podemos utilizarla en ocasiones para bien y en otras para mal. Debemos de hacernos responsables de ser responsables.
Por supuesto que podemos tener dudas a la hora de atrevernos a hacer algo, pero esas mismas dudas se disipan en el momento en el que ponemos manos a la obra. Ponernos en marcha no nos garantiza los mejores éxitos, pero cuando generamos acción conseguimos un resultado, y éste es el que hay que analizar.
El habernos atrevido a cambiar algo nos permite tener un resultado que poder analizar y decidir si seguimos haciéndolo, volvemos a la estrategia inicial, o seguimos cambiando porque lo que hemos hecho no nos ha dado el resultado esperado. Pero ya hay algo tángible que analizar. El no hacer nada se analiza solo.
Ser atrevidos no nos garantiza conseguir todos nuestros objetivos, pero si nos permite seguir generando valor continuamente. El valor que conlleva haber puesto en juego la creatividad, nuestra y de nuestros colaboradores, nuestras habilidades, nuestros recursos y nuestras experiencias. Cualquier cosa es mejor que no hacer nada, y muchas veces solo necesitamos tener el valor de atrevernos a hacer que las cosas pasen.
¿Nos atrevemos a ser Responsables?
José Lorenzo Moreno López
Imagen: liderandosiempre.com
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