Hay que diferenciar entre los que están continuamente quejandose de la situación, poniendo excusas y llorando por los rincones y no hacen nada por mejorar la situación (antilideres), y los que con rigor y valentía señalan el problema, pero ponen manos a la obra para solventarlos. No se puede tratar de negativos a los dos por igual, ya que el reconocer la situación, a pesar de aparentar negatividad, para afrontar los problemas es el principio de la puesta en marcha de la actitud positiva.
Después también están los que para aparentar positivismo lo que hacen es perder la perspectiva y acaban no viendo la realidad. Solamente podemos encauzar y poner en juego una actitud positiva cuando vemos la situación, la entendemos, la analizamos, y nos ponemos a trabajar en cambiar la tendencia negativa en positiva.
Si como lideres de equipos somos capaces de tener la capacidad de ser realistas y positivos al mismo tiempo, tendremos la posibilidad de seguir creciendo día a día. Si no nos gusta una situación, debemos de ser capaces de cambiar algo para revertirla. No debemos caer en la trampa de ocultar lo negativo, sino que si creemos que las cosas pueden ser mejor de lo que vinieron, pondremos lo mejor de nosotros y de nuestros colaboradores en que así sea. Adoptar una actitud positiva no tiene coste alguno, y la excelencia solamente se consigue cuando tenemos el convencimiento de que cuando las cosas van mal solamente hay una posibilidad, y es la de transformarlas en positivas.
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