"Si tuviera más empuje"... "Si hubiese estudiado"... "Si tuviese más tiempo"... "Si los tiempos fuesen mejores"... "Nadie me comprende"... "Si pudiera volver a vivir mi vida"... "Si me hubiesen dado otra oportunidad"... "Si pudiera hacer lo que quisiera"... "Si mi jefe me apreciara"... "Si contara con alguien que me ayudase"... "Si mi talento fuese conocido"... "Si no tuviese la suerte en contra"..."Si los demás me escuchasen"...
Si, efectivamente, son excusas. Y por supuesto no están todas. Estas son sólo una muestra de la variedad en forma y cantidad que podemos encontrar dentro del subconsciente de cada uno y que no dejan de formar un catálogo extraordinario de afirmaciones que no son otra cosa que "echarle la culpa" a cualquier cosa que encontremos antes que hacernos responsables de las situaciones y decidir que hacer al respecto.
Pero, ¿porqué nos agarramos con tanta fuerza a nuestras propias excusas?.
Simple y llanamente porque debemos defender algo que nuestra mente ha creado. Cualquier excusa está formada en nuestra imaginación, y es normal que el ser humano defienda lo que el mismo se ha creado, que no creído. Porque nosotros sabemos muy bien lo que hay que hacer, pero nos resuelta mucho más cómodo pasarle la "papeleta" a otra persona o a otra circunstancia.
Las excusas no son ni más ni menos que hábitos, aquellos de los que hablabamos que costaba mucho instaurar y que después se quedaban profundamente arraigados y por lo que son muy dificiles de romper.
Cuando nos quejamos o ponemos excusas debemos ser conscientes de que NO ESTAMOS HACIENDO NADA. Aunque parezca que con excusarnos hacemos algo estamos totalmente engañados. Simplemente es una forma de parecer que hacemos algo para evitar hacerlo. Una queja nunca resuelve nada. Imaginar que quejandonos todo el tiempo solucionásemos nuestros problemas. Hoy en día sería el deporte nacional. De nada sirve excusarse o lamentarse de algo sino lleva una rápida reacción de que es lo que hago yo con lo que está pasando y me pongo en marcha para hacer algo al respecto.
Si excusarse no estuviese permitido, ¿qué haríamos?. Pues seguramente ponernos en marcha y buscar soluciones y salidas a las situaciones en lugar de pasarnos el tiempo "llorando" y quejandonos de nuestra mala suerte. El tiempo a dedicar es el mismo, lo que sucede es que es menos cómodo el hacer algo que el quitarnos de en medio.
El filosofo y escritor estadounidense, Elbert Hubbard dijo: "Siempre ha sido un misterio para mí el saber por que la gente se pasa tanto tiempo engañandose a si misma, creando excusas para justificar sus debilidades. Si ese tiempo se utilizara de un modo diferente, bastaría para curar la debilidad, y entonces no necesitariamos ninguna excusa.
¿Cuántas veces que nos hemos excusado hemos encontrado soluciones?. Y si alguna vez la hemos encontrado ¿como nos hemos sentido?. Es una pregunta que debemos hacernos habitualmente. Si vemos que de nuestro tiempo diario, una buena parte está dedicado a las excusas y a los lamentos, deberemos replantearnos nuestra posición. Un líder no dedica su tiempo a las excusas. Un líder dedica el tiempo a hacer y a hacer-hacer. Un líder sabe que quejarse nos es buen ejemplo para sus colaboradores. Un líder siempre debe ser el espejo en el que los demás se miran. Un líder es una persona responsable. Un líder nunca puede ser una víctima. Un líder asume que la excusa no es nunca una alternativa positiva y por eso el líder busca caminos de excelencia para actuar de forma consecuente a los valores que el liderazgo conlleva.
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