Siempre hemos comentado que un buen líder debe de tener en mente un Plan "B" por si la primera estrategia trazada no resultara lo adecuada que pensábamos. Pero ¿qué es lo que pasa cuando la estrategia inicial no es nada concreta ni especifica?. Pues que el Plan "B" resulta ser la pauta correcta. ¿Y por qué?. Muy sencillo. Porque dejamos al azar el suceder y transcurrir de los acontecimientos fiándonos exclusivamente en tener un plan que poner en marcha por si la primera estrategia no nos funciona. Y aquí el problema inicial es que la estrategia original no existe ni ha existido, por lo que el Plan "B" resulta siendo la estrategia adecuada, solamente que puesta en marcha mucho mas tarde.
Si tenemos claro que la posibilidad de éxito pasa por la aplicación de estrategias que permanecen en "reposo" esperando que algo funcione mal para ponerla en práctica, no las pospongamos, demosle la importancia adecuada y transformemos el Plan "B" en la estrategia inicial. Y el buen líder en éste caso es el que no fía sus resultados ni los de sus colaboradores al azar, sino el que a través de la creatividad y a la "magia" de transformar ideas en hechos concretos, reacciona de manera rápida y eficaz a las circunstancias que cada momento necesita.
En ocasiones, el temor al cambio, a hacer cosas distintas, nos lleva a navegar a la deriva sin ningún destino claro. El escribir planes y estrategias claras y concisas, refuerzan nuestro pensamiento y nuestro compromiso con dichos planes. Eso si, es muy importante que al aplicar las estrategias y los pasos a seguir tengamos claro que vamos a conseguir con ello. No se trata de caminar por caminar, sino asegurarnos de que avanzar hacia una dirección conllevará una serie de resultados.
Por eso no hay que tener "miles" de metas y objetivos. Deben ser pocos y de calidad. Esto nos llevará al punto de que si conseguimos uno de ellos podremos considerarlo un triunfo y reforzar nuestras creencias de que solamente no intentándolo no será posible.
No se trata del Plan "A", o "B", o "C", o como quieras llamarle. Se trata de que sepamos realmente lo que queremos conseguir y hacia donde queremos ir. Si nos comprometemos en la creencia de que podemos conseguir un objetivo, sin lugar a dudas que transformaremos una idea en un proyecto. Y entonces, "mágicamente" habremos hecho que algo bueno suceda.José Lorenzo Moreno López
Imagen: marketingguerrilla.es
Muy bueno.
ResponderEliminarCuantas veces nos pasa Myriam que aún sabemos que lo que hacemos al principio no es lo correcto, lo hacemos con la seguridad de tener un Plan B?.
EliminarUn saludo.
Lo mejor al final, es la clave: "Se trata de que sepamos realmente lo que queremos conseguir y hacia donde queremos ir. Si nos comprometemos en la creencia de que podemos conseguir un objetivo, sin lugar a dudas que transformaremos una idea en un proyecto".
ResponderEliminar... Y añadiría: y el proyecto en una realidad...
De acuerdo contigo Alfonso.
ResponderEliminarSaludos.